"La boca del infierno", autor desconocido, óleo sobre tela, siglo XVIII.
Hace muchos años, vivía una señorita llamada Eva en un pequeño pueblo, ahí la gente nunca acostumbraba a rezar o ser religiosa, pero a través del tiempofueron construyendo un pequeño templo, de la noche a la mañana empezó a tener fieles; pero era muy raro, ya que día con día, se unía más y más gente a la religión, aunque el pueblo empezó sin ser fiel. Extrañamente ahora era algo normal ir a rezar todos los días y poca gente continuaba sin ser fiel.
Un día caminando en la calle; vio un pequeño letrero en una hoja de papel, que decía: “Únete a nuestro taller religioso y ve que debes esforzarte para llegar al cielo”; sin más que perder se dirigió a la dirección que decía ahí curiosa por saber de qué se trataba, al llegar vio que era justamente en la iglesia que hace poco se acababa de construir; por no quedarse con la duda pasó y pidió informes; ahí le dijeron: que el taller era completamente gratuito y con una duración de 7 días, pero la condición era que una vez adentro no podría salir hasta que concluyera.
Por la noche dando vueltas en la cama Eva decidió asistir; así que el lunes a primera hora, se presentó en el convento para tomar el curso; vio que era un número de personas aceptables, así que supuso que sería el mejor curso de su vida. Al ingresar los acomodaron en una pequeña habitación con muy poca luz, las paredes estaban llenas de humedad y era difícil distinguir los rostros de las demás personas.
El primer día un padre, como cualquier otro les dio una introducción; en la cual les explicaba lo que era el infierno. La plática fue de tanto interés para Eva, que no notó que ya había pasado mucho tiempo, la noche había llegado y el padre se despidió, al salir el padre; apagó todas las velas y los dejó completamente a obscuras. Eva no pudo dormir pensando en todo lo que le sucedió en el día, cuando la mañana llegó; noto que no les dieron de desayunar, trató de preguntar a alguien a las afueras del cuarto pero su duda no fue respondida; toda la gente se veía y hacía referencia a que el curso era demasiado extraño.
Cuando el padre llegó nuevamente; volvió a sentarse y a profesar sobre el infierno y los pecados capitales, las pláticas entretenían a la gente pero pasando los días, todos tenían cada vez más miedo, en su cabeza solo veían imágenes referentes al infierno; creadas por su imaginación, Eva por su parte; con una mentalidad más abierta, aún no llegaba al punto del colapso, pero sin embargo; poco a poco su mente se iba fragmentando.
Cuando el séptimo día llegó, la gente estaba completamente desquiciada de pánico, incluyendo Eva; ya que, aunque había resistido las pláticas del padre sobre el infierno, la tensión de estar con la demás gente y escuchar sus miedos y traumas la terminó por desquiciar de miedo. El padre entró al cuarto y mirando a todos dijo: -hijos míos hoy es el ultimo día que sufrirán el tormento que os hemos hecho pasar, aunque aún falta algo por hacer-. Después de una plática amena, hizo que todos se pusieran de pie y lo siguieran , Eva sabía que además de la plática lo que los debilitó mas fue el ayuno que los obligaban a hacer cada mañana, siguieron caminando todos y antes de entrar a otra habitación los hicieron ponerse en fila y ponerse una venda en los ojos, uno a uno fueron pasando al cuarto, cuando fue el turno de Eva, caminó y entró a la habitación, al quitarle la venda vio el cuarto apenas iluminado; con algunas velas se encontraba una pared con un cuadro inmenso; al ver el cuadro, su semblante en el rostro se llenó de pavor y con una desesperación sin igual comenzó a llorar, por su cuerpo sentía todos los dolores de la imagen.
El cuadro aunque poco iluminado; daba a mostrar tres imágenes; del lado izquierdo se encontraba una imagen de una habitación, en la cual una mujer estaba recostada en una cama, con cara agonizante, a lado de la cama se encontraba un padre escuchando atentamente lo que parecía ser la confesión de aquella señora, a un lado del que escuchaba se encontraba otro padre que mostraba un rostro de espanto sin igual, mientras veía a la mujer que no había notado que tenía una garra en el cuello.
Del lado derecho; se veía la imagen de la misma mujer, ahora en una habitación estilo estudio, estaba sujetada por un hilo hacia un libro que era: “El libro de los vivos” una mano con tijeras se veía dispuesta a cortar el hilo y alrededor de ella había muchas entes diabólicas esperando para llevársela.
En el centro del cuadro que era la mayor parte de la obra; se observaba el infierno, con un rojo intenso y la gente sufriendo una y otra vez, el martirio por los 7 pecados capitales; la imagen era tan explícita; que la impresión que daba era como si uno lo estuviera viviendo en carne propia.
Después de unos minutos, Eva se repuso un poco; aunque el susto era sin igual, su mente se había terminado de romper y el pánico que sentía era algo que ninguna persona jamás querría sentir; sin más, volteó a ver al padre que estaba ahí y rogándole le pidió que le enseñara el camino de la salvación. El padre con una mirada de compasión y ternura, la miró al rostro y le dijo: –Hija mía el señor está con todos nosotros, depende de ti que puedas salvarte, ese camino lo da la fe y la oración-.
Eva jamás volvió a ser la misma después de ese taller, sentía que su vida dependía de la fe a Dios y no estaba dispuesta a sufrir el martirio del taller eternamente.
Pasaron años y años y ella se dedicó a rezarle a Dios todos los días y tenía una fe sin igual. Varios años después, al envejecer; seguía con la imagen del cuadro en la mente, al llegar la hora de morir con un cura a su lado dijo en sus últimas palabras: -Padre, por favor récele a Dios; para que no tenga que pasar el tormento del purgatorio y el infierno-. Después de eso cayó muerta de causas naturales.
Pasaron años y años y ella se dedicó a rezarle a Dios todos los días y tenía una fe sin igual. Varios años después, al envejecer; seguía con la imagen del cuadro en la mente, al llegar la hora de morir con un cura a su lado dijo en sus últimas palabras: -Padre, por favor récele a Dios; para que no tenga que pasar el tormento del purgatorio y el infierno-. Después de eso cayó muerta de causas naturales.
Sin embargo; ella no sentía que había muerto, estaba como sumergida en un sueño, se veía en un camino largo, con una luz inmensa al final, sin dudar más; corrió a la luz, fijándose que ningún demonio del purgatorio se apareciera. Cuando llegaba casi al final, vio una silueta de una persona en la entrada de aquella luz; cuando llego, no podía distinguir el rostro de aquella figura, solo veía negro, como si no tuviera un rostro que ver, aquella figura tenía un libro que abrió y empezó a revisar, al terminar de leer, cerró el libro y viendo a la mujer le señaló un lado del túnel; al verlo, se dio cuenta que tenía que pasar el purgatorio, aunque su vida hubiera sido de una persona fiel.
Sin miedo alguno, cruzó hacia donde le había indicado aquella silueta. Al estar allí; las criatura del infierno la rodeaban y ella ya no sentía miedo, lo había sufrido en vida y ahora le era indiferente; las criaturas trataron de hacerla padecer, pero ella en cambio estaba feliz y contenta, porque sabía que ese martirio no lo tendría que tolerar mucho, ella estaba destinada a llegar con Dios. Después de unos días, aunque ella no notaba el paso del tiempo, los demonios la desplazaron de nuevo a la entrada, donde estaba la silueta negra; ella mirándolo le preguntó: -¿Es la hora de ver a Dios mi señor, todo poderoso?, la silueta hizo una reverencia y le cedió el paso.
Cuando pasó eso, Eva se quedó anonadada; era su gran momento, por fin alcanzaría la salvación y la paz eterna, poco a poco avanzó y notó que estaba en el paraíso, caminaba sobre una inmensa cantidad de nubes esponjosas, la luz era muy brillante y a donde volteara encontraba figuras hermosas, ángeles volando hacia todos lados, al final del camino en un gran trono; una figura de un anciano de una apariencia de sabio se levantó, bajó los escalones que lo separaban de Eva y con un abrazo le dijo: – Bienvenida a mi reino, ahora serás feliz eternamente-.
Eva llena de felicidad respondió el abrazo. Ella alcanzó la felicidad eterna, pero supo que jamás lo hubiera logrado si no hubiera sido por aquel taller, que le mostró el camino que debía seguir para la salvación eterna.
FIN
Buena historia, mantiene el interés del lector, pero dificulta la lectura el ABUSO DE PUNTO Y COMA. Tu calificación en la entrada es 9 por la falta de acentos señalados en un archivo que te enviaré. Lourdes Chávez
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